lunes, 6 de agosto de 2012

Humedal Santa María del Lago, lo que está en juego.

A pesar de la evidencia, sorprende la permisividad con este tipo de actividades infractoras, pero aún más, sorprende y decepciona la respuesta dada por la secretaría Distrital de Ambiente, autoridad ambiental del distrito. Si la ciudadanía es más exigente que nunca es porque el escenario así lo reclama. El discurso del alcalde Petro ha sido generoso con el agua, la lucha contra el cambio climático y la participación ciudadana. Lo menos que se puede esperar es que ese discurso se materialice.

Por Javier L Ramírez C

El pasado 20 de junio de 2012 el portal humedalesbogota.com denunció el uso del humedal Santa María del Lago para actividades naúticas ,  en contravía de la normatividad ambiental. Además de la falta de  control de la autoridad ambiental sorprende la respuesta  dada por la Secretaría Distrital de Ambiente a la denuncia.

Pruebas náuticas en el humedal Santa María

Las actividades náuticas realizadas en el Santa María del Lago revivieron un tradicional debate ¿cuál debe ser el uso que se le debe dar a una reserva de ecosistema de humedal?

De un lado está una visión antropocéntrica que desconoce el valor de ecosistemas estratégicos únicos en la ciudad, refugios de fauna y flora. Esta visión las resume las palabras del ex alcalde Enrique Peñalosa “Maravilloso si a los parques vienen y anidan las águilas, pero lo fundamental es que jueguen los niños, que los ancianos puedan leer el periódico”[i] Con esa premisa fueron intervenidos los humedales Jaboque, Tibabuyes y Santa María.  En los dos primeros los resultados son pobres y bien se podría hablar de un detrimento patrimonial, pues una verdadera  restauración  implicaría revertir las dañinas obras ejecutadas, como el adoquinamiento de la zona de manejo y preservación ambiental que mató la función vital de un humedal como ecosistema de transición entre lo acuático y lo terrestre.  A pesar de las cuantiosas inversiones en  estos  humedales se ubican  entre los más deteriorados de la ciudad, con excepción del Santa María, no obstante a ser los dos de mayor extensión.

Humedal Jaboque. Basuras y adoquinamiento

Humedal jaboque adoquinado

En el Santa María del lago varios son los factores que dieron lugar a un resultado más favorable. El cerramiento controla las problemáticas derivadas de la presión urbana, el humedal funciona como aula ambiental administrado por la secretaría distrital de Ambiente, ha habido apropiación por parte de la comunidad y de la empresa privada. Sin embargo, allí igualmente se maneja una concepción errada y está lejos de ser un caso a reproducir.

El Santa María da la impresión de ser un parque cómo cualquiera de los cinco mil que tiene el distrito capital, con senderos para correr, verdes prados para practicar yoga, bancas para descansar y contemplar el generoso lago o alimentar a los simpáticos “patos”. Pero esas actividades niegan la vocación y valor ambiental del ecosistema, evitan la apropiación y dan lugar a una educación ambiental errada.

Un cambio de mentalidad implica ver al humedal y no al parque, valorarlo como un refugio de especies endémicas y migratorias, alguna de ellas en peligro de extinción, entenderlo como un espacio para la conservación, la investigación y la contemplación, valorarlo como un elemento esencial en el ciclo del agua,  parte de la estructura ambiental de la ciudad, entender que el espacio implica la limitación de actividades de recreación que lo pongan en riesgo, aprender que no son patos (familia  Anatidae) los que allí habitan, que son tinguas pico amarillo (Fulica americana columbiana) de la familia Rallidae, que agrupa a las tinguas, fochas, pollas de agua, rascones y gallenetas, muy asociadas a ecosistemas acuáticos. Entender que no son patos implica que no se les debe alimentas porque son animales silvestres, hacerlo lesiona gravemente su relación con el ecosistema.

Y es que los senderos y plazoletas en adoquín, el mantenimiento que evita la acumulación de hojas bajo los árboles revirtiendo el ciclo natural, la alta carga de visitantes que el ecosistema soporta, el corte y mantenimiento de vegetación en el borde del lago para favorecer la vista panorámica, han hecho que Santa María del Lago tienda a ser más un parque que un humedal, a pesar de las inigualables condiciones, como el cerramiento y la buena calidad del agua, que favorecería su recuperación y consolidación.  No es casual que este humedal es uno de los que presenta la menor biodiversidad de los humedales bogotanos. Su ave ícono es la tingua pico amarillo o focha, que si bien es un indicador de buena calidad del agua, su territorialidad habla que la restauración privilegió a una única especie al generar un espejo de agua de importante proporción pero que desconoció las condiciones para que otras especies encontraran refugio. Para completar la desdicha, la gente desconoce de qué ave se trata e intenta cambiar sus hábitos silvestres con conductas lesivas como el suministro de golosinas.

Alimentando Tinguas

Humedal Santa María zona de reservaA pesar de ello, el humedal presenta importantes avances. Los registros de nuevas aves hacen pensar que pueden darse condiciones favorables para acoger más fauna, y con ello presentarle a la ciudadanía un humedal y no un parque. Para esto es importante reducir la influencia humana y dejar que la naturaleza actúe en su recuperación. Caso contrario a otros humedales cuya degradación es tal que son requeridas obras de reconformación hidrogeomorfológica y revegetalización.  También se han dado avances en la educación ambiental y en el conocimiento de las actividades compatibles o no con estos ecosistemas.

Esta visión de conservación, investigación, avistamiento de fauna, turismo ambientalmente sostenible, educación ambiental y apropiación,  es la que ha sido tradicionalmente defendida por los grupos ambientales de la ciudad. A pesar de los avances, un desvió  de esta dirección supone preocupantes retrocesos.

Un grave retroceso es lo ocurrido el pasado  18 de Junio de 2012 cuando la administración del humedal Santa María del Lago autorizó al Circulo Nacional de Auxiliadores Técnicos CINAT a desarrollas actividades de prevención de desastres que incluyó el uso de botes inflables  en el espejo de agua. La actividad como lo denunció humedalesbogota.com infringió varias de las normas del reglamento del humedal, está en contravía del Plan de Manejo Ambiental y de las actividades compatibles con los Parques Ecológicos Distritales de Humedal.

Además se puso en riesgo las obras de restauración, revegetalización,   mantenimiento y educación ambiental. Así se le manifestó a la Secretaría Distrital de Ambiente y a la Contraloría Distrital a través de derechos de petición radicados con los números de registro  751556 y DPC 665-12 respectivamente.

Balón en medio del humedal humedalesbogota.com

¿Por qué supone la actividad un retroceso para la educación ambiental? Luego de importantes esfuerzos e inversiones se han producido avances importantes en la percepción e interacción de los ciudadanos frente a los humedales, han aceptado, algunas de forma resignada, que en estos espacios no se pueden realizar actividades de recreación activa, fogatas, picnics, ruidos ni deportes náuticos. ¿Cómo explicar ahora que en algunos casos  y para ciertas instituciones si es permitido? Como se reseñó en la página muchos ciudadanos al ver los botes en el agua preguntaron cuánto costaba su alquiler.

A pesar de la evidencia, sorprende  la permisividad con este tipo de actividades infractoras, pero aún más, sorprende y decepciona la respuesta dada por la secretaría Distrital de Ambiente, autoridad ambiental del distrito, cuyas funciones se supone son “Ejercer el control y vigilancia del cumplimiento de las normas de protección ambiental y manejo de recursos naturales, emprender las acciones de policía que sean pertinentes al efecto, y en particular adelantar las investigaciones e imponer las sanciones que correspondan a quienes infrinjan dichas norma” y  “Formular, ejecutar y supervisar, la implementación de la política de educación ambiental distrital” Todo esto enmarcado en una política pública que privilegia los espacios del agua según las declaraciones dadas por el alcalde Gustavo Petro y consagrados en el Plan de Desarrollo Bogotá humana 2012-2016

La Secretaría Distrital de Ambiente justificó la realización del evento así:

“El pasado 8 de junio la administración del Parque recibió la visita del director nacional de CINT [...] quien solicitó autorización para desarrollar actividades de atención y prevención de desastres los días 11 y 18 de junio, dentro de este proceso de formación se contemplaba el desarrollo de una actividad en el lago (manejo de botes  en caso de emergencia por inundaciones) la cual requería uso de dos botes inflables, los cuales fueron suministrados por ellos.  Considerando los términos de cómo se iba a desarrollar la actividad y teniendo en cuenta que ese proceso está enmarcado e el tema de gestión del riesgo, la administración autorizó la realización del evento.  [...] Es importante mencionar que el Humedal Santa María del Lago, no solamente es un escenario destinado para la conservación y prevención, si no también es un lugar destinado para la capacitación y formación ambiental […] La actividad contempló  trayectos cortos, sin llegar a la zona de conservación y preservación del humedal (zona sur). El tema de gestión es un elemento esencial que hace parte del accionar ambiental y de los procesos de formación de niños y jóvenes”

Las preguntas inmediatas que deja la respuesta son evidentes ¿Es la Secretaria de ambiente la encargada de la gestión de riesgo del distrito? ¿Extralimita la entidad sus funciones? ¿No es acaso la DEPAE la entidad competente? ¿Dónde se establece que el humedal es un escenario para la capacitación? ¿Por qué no se recomendó el uso de escenarios como el parque Simón Bolívar o el Parque el Lago? En el sector norte al ser de acceso público  ¿se puede desarrollar actividades incompatibles con el humedal? Si sólo se permitió el uso de botes suministrados por la CINT ¿porqué se usó una embarcación con logotipos de la Secretaría de Ambiente destinada a actividades de  mantenimiento del humedal?

lago parque Simon Bolivar, propicio para actividades naúticas

Pero más allá de ello  deja una reflexión de fondo. ¿De qué sirve el actuar ciudadano basado en la denuncia si las respuestas de las entidades públicas sólo van a justificar su proceder? Es inevitable recordar las denuncias  de la comunidad de Engativá relacionadas con el riesgo que implicaba para el humedal Jaboque la construcción del interceptor de aguas negras Engativá-Cortijo. El acueducto ignoró las denuncias,  subestimó a los denunciantes,  justificó su proceder con opiniones de supuestos expertos y continuó con las obras. Posteriormente se conoció que, como se anticipó la comunidad, “un contratista de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá fue el culpable de los daños ambientales causados al humedal Jaboque.” La prensa reprodujo las denuncias de la contraloría así “en la zona se presentó un derrumbe que cayó encima del tubo, es decir, que parte del humedal se mezcló con esa agua sanitaria ocasionando serios taponamientos en los sifones”[ii]

Es legítimo preguntarse entonces si la denuncia ciudadana tiene verdaderamente algún efecto en el proceder estatal.

Igualmente causa sorpresa el firmante de la respuesta. Ésta fue revisada y aprobada por Bayron Calvachi Zambrano, subdirector de ecosistemas y ruralidad de la Secretaría Distrital de Ambiente, reconocido en el sector ambiental por su actividad en el estudio, documentación y protección de los humedales de la sabana de Bogotá, méritos por los cuales fue designado en esa posición. Esta respuesta es incomprensible, más cuando se esperaban aliados con las causas ambientales en la secretaría de Ambiente.

Quienes antes se ubicaban de la orilla de la academia y la defensa de los recursos naturales, ahora, del lado del poder, suavizan y acomodan su postura,  y se convierten en legitimadores del monstruo de la burocracia. Vacilante, también ha sido la respuesta de esa dirección frente a la tardanza del reconocimiento del Humedal la Libélula como parque ecológico distrital o la injustificada tardanza en la contratación de la administración de los humedales, que ha implicado retrocesos en la recuperación de los ecosistemas, detrimento en las inversiones y obras realizadas en los humedales Vaca, Córdoba, Jaboque y Burro, donde los cuerpos de agua fueron nuevamente invadidos por buchón, denuncia igualmente publicada en humedalesbogota

Si la ciudadanía es más exigente que nunca es porque el escenario así lo reclama. El discurso del alcalde Petro ha sido generoso con el agua, la lucha contra el cambio climático y la participación ciudadana. Lo menos que se puede esperar es que ese discurso se materialice.

Días después de recibida la respuesta de la secretaría de ambiente llegó la respuesta de la contraloría. Si bien la secretaría retoma la respuesta dada a la ciudadanía, cambia sustancialmente la intención  tras ser requerido por el ministerio público. Esta fue la respuesta:

“De otra parte frente al requerimiento hecho por este organismo de control fiscal nos comunican que la contratista quien actúa como administradora del parque ecológico de humedal tomó de forma apresurada la decisión de autorizar dicho lugar por lo cual se le llamo la atención y se conminó para que evite la repetición de la situación”

Este pequeño fragmento es un resultado positivo para la acción ciudadana emprendida, pues reconoce que el proceder no fue el más ajustado a la norma y se espera que la acción no se repita. En el caso excepcional de reincidencia existirá el precedente para exigir acciones más contundentes.

Sin embargo es inevitable pensar en reflexiones como: ¿Por qué la respuesta dada a la ciudadanía es diferente a la dada a los entes de control? Es necesario esperar la intervención de las entidades de control fiscal para que se realicen controles internos en lugar de buscar justificaciones a las denuncias realizadas?

Cuando confluyen la negligencia estatal y el control fiscal permisivo el único escenario viable es la movilización ciudadana. Las recientes acciones en la coyuntura nacional que llevaron a desistir de decisiones impopulares son prueba del temor que genera en la clase dirigente la inconformidad de los ciudadanos. De esto son consientes los políticos que intentan explotar estos sentimientos de inconformidad, y lo ambiental no es la excepción.

Como conclusión de esta situación se debe resaltar la importancia de la acción de denuncia para garantizar los derechos ambientales y la necesidad de la movilización ciudadana para que los humedales sean considerados santuarios intocables.

Bogotá tiene 5 mil parques que ocupan 26 millones de metros cuadrados. 1 parque regional de 10 hectáreas, 15 parques metropolitanos, 64 parques zonales, 3168 parques vecinales y 1768 parques de bolsillo. En todos ellos se pueden realizar recreación activa, pero 14 parques de humedal, que protegen sólo 660 hectáreas de las 50 mil que originalmente existían, han sido preservados para el medio ambiente, la fauna y flora y la educación ambiental. ¡Los humedales no son parques de diversiones ni centros acuáticos, son santuarios! Ni deportes náuticos, ni pruebas de criminalística, ni caballerizas para la policía, ni quema de residuos en los Humedales de Bogotá.


[i] Peñalosa, Medio Ambiental. Artículo Periódico el Tiempo. Bogotá. 21 de febrero de 2000

[ii] Contratista del Acueducto secó el humedal Jaboque. Periódico ElEspectador. Bogotá agosto 12 de 2009

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